El tiempo en familia para prevenir un TCA

El tiempo en familia para prevenir un TCA

Hoy 30 de noviembre es el día internacional de la lucha contra los Trastornos de Conducta Alimentaria (TCA). Cuando se detectan estos casos la intervención interdisciplinar es esencial, pero hoy me gustaría hablar de prevención.

El origen de los TCA es multicausal, es decir, no tiene una única causa. Los factores genéticos, psicológicos, ambientales y culturales, tienen un peso en el desarrollo de los mismos.

¿Qué podemos hacer desde casa para prevenir que nuestros hijos desarrollen un TCA?

Invertir tiempo de calidad en familia es tan importante como el autocuidado individual de cada miembro de la familia. Esto es válido tanto para prevenir un trastorno de conducta alimentaria como para fomentar relaciones saludables dentro de cualquier familia.

El tiempo que pasamos en familia debe tener en cuenta ciertos objetivos:

  • Facilitar un entorno agradable donde compartir libremente preocupaciones, inquietudes e intereses.
  • Fomentar las actividades saludables desde la familia, así como actividades alternativas para gestionar las emociones sin tener que recurrir a la comida o a la restricción.
  • Mostrar interés por los intereses y aficiones de los hijos, tanto para estar al corriente y detectar posibles riesgos como para mejorar el vínculo con ellos.
  • Fomentar la confianza de nuestro hijo/a hacia nosotros.
  • Promover una alimentación saludable e intuitiva.
  • Favorecer un autoconcepto positivo y una adecuada autoestima en nuestros hijos/as.

Comunicación en familia

La comunicación efectiva es un factor indispensable para el tiempo en familia de calidad. Las habilidades comunicativas engloban varios aspectos a tener en cuenta.

Comunicación verbal y no verbal

La comunicación no verbal tiene un peso muy importante en la comunicación. Los gestos, el tono y volumen de la voz pueden facilitar o dificultar una comunicación fluida. Para ayudar a que los niños o adolescentes se impliquen, la escucha activa debe notarse en las señales no verbales: el contacto ocular, asentir con la cabeza,“sonidos de atención  como mmh y ajá, sin interrumpir al otro.

El lenguaje verbal también puede ayudarnos a mostrar que estamos escuchando. Es útil hacer un resumen de lo que hemos oído y comprobar si se corresponde con lo que la otra persona quiere decir. Esto nos ayuda a la clarificación y facilita que la otra persona, nuestro hijo/a, se sienta escuchado y  añada más ideas y detalles.

La comunicación no debe ir encaminada a argumentar unilateramente una idea ni  dar una “charla” para persuadir con lógica al otro. Se debe fomentar el debate y dar espacio para que todos puedan hablar libremente. Favorecer que los hijos lleguen a conclusiones y soluciones a partir de la reflexión. Es mejor utilizar preguntas que afirmaciones:

¿Por qué crees que las personas hacen dietas?, ¿Cómo te hace sentir lo que ha pasado hoy?, ¿Qué piensas sobre la imagen de las personas en las redes sociales? ¿Qué podrías hacer para sentirte mejor cuando te pase esto?

No debemos forzar a hablar cuando no quieran, pero sí dejar claro que estamos disponibles para cuando quieran hacerlo.

El perfeccionismo, la autoexigencia y la baja autoestima son factores predisponentes en los TCA. Para ayudar a flexibilizar estos aspectos en nuestros hijos, podemos mostrar empatía, es decir, comprensión compasiva por sus sentimientos y emociones. En primer lugar, aprovechar los errores como una oportunidad para aprender. Cuando nos hablen de conductas que no nos parecen aceptables, hacerlo saber y al mismo tiempo validar sus emociones: “no está bien que hayas tirado la comida sin decirme nada, pero entiendo que tenias un mal dia y has estado triste…”, “Has suspendido este examen y se que esto te preocupa mucho…”. Evitar comparaciones entre iguales, amigos, hermanos o con los mismos padres. Así mismo, hablar abiertamente  de nuestros propios errores, preocupaciones y de nuestras emociones. Somos el principal modelo de nuestros hijos.

Estilos de comunicación

Existen tres patrones de comunicación: agresivo, no-asertivo/pasivo y asertivo. Cada uno de estos estilos se caracteriza por cierto comportamiento externos (conducta), un patrón de pensamiento y sentimientos y emociones.

-El estilo pasivo: Respeta los derechos de los demás pero no sus propios deseos y derechos personales. Tiende a un volumen de voz bajo, bloqueos, mirada baja, posición corporal encogida, pensamientos de incapacidad, inseguridad, necesidad de aceptación por parte de los demàs, culpabilidad, ansiedad, frustración, baja autoestima, etc. Genera en los demás falta de respeto y de aprecio hacia ellos 

-El estilo agresivo: Defiende en exceso sus propios derechos e intereses personales, sin tener en cuenta los de los demás o incluso anulandolos. Tiende a un volumen de voz elevado, habla de manera tajante, interrumpe e incluso puede insultar o amenazar. Mantiene un contacto ocular retador, muestra tensión, invade el espacio del otro, etc.  Piensan que si no se comportan de esa manera son excesivamente vulnerables, se sitúan en extremos (ganar-perder), tienen sensación de incomprensión y sienten rabia. Suelen provocar rechazo e huida por parte de los demás o incitan a que el otro adquiera este mismo estilo agresivo.

-El estilo asertivo: cuando nos comunicamos asertivamente, conocemos nuestros  propios derechos y los defendemos, respetando a los demás, con la intención de llegar a acuerdos para que no haya un perdedor y un ganador. La manera de hablar es fluida y muestra seguridad, no se bloquea ni usa muletillas. Corporalmente está relajado y con una postura corporal erguida. Expresa sus sentimientos y pensamientos, sean positivos o negativos, se defiende sin necesidad de agredir. Demuestra honestidad y capacidad de hablar de las propias necesidades, gustos, intereses así como de decir “no”. Aceptan los errores y son capaces de ver las cosas de una manera racional. En general,  reflejan una buena autoestima y no se sienten superiores ni inferiores a los demás. Generan en los otros sensación de sentirse respetados y valorados. 

Nadie tiene constantemente uno de los tres estilos. Aunque tengamos tendencia a uno de ellos, oscilamos de un estilo a otro en función de nuestro estado de ánimo, el contexto, nuestro rol en un ambiente concreto, la persona que tenemos delante, etc. 

Aún así, un estilo asertivo de comunicación supone un factor protector para los TCA y debemos procurar que sea el predominante en todos los miembros durante nuestro tiempo en familia. 

En relación a los estilos educativos, siempre es más favorable un estilo democratico que sobreprotector o autoritario. Acordar las normas juntos y dejar claros los límites, explicando previamente las razones y también las consecuencias del incumplimiento. Si castigamos, procurar que sea equilibrado con la “infracción”, que consista en reparar los daños y que ellos mismos puedan decidir cómo hacerlo, si es posible.

Los mensajes que enviamos a nuestros hijos

Otro factor protector frente a padecer un TCA es ser miembro de una familia donde no se sobrevalore el peso y la belleza.

En este sentido, es importante no solamente no pretender que el peso y la belleza sea para nuestros hijos una meta básica, sino procurar no mostrar en nosotros mismos un interés excesivo. Evitar que los niños/as escuchen comentarios de los padres criticando su propio cuerpo o aspecto físico o el de otras personas. Destacar las cualidades tanto de los niños/as como propias o de personas externas que no hagan referencia al cuerpo, el peso y la imagen.

La bromas y los chistes en relación al cuerpo es algo muy normalizado en las familias y en la sociedad en general. Los niños pueden tomarse este tipo de bromas más en serio de lo que pensamos, es por eso que debemos tener especial cuidado con el tipo de bromas que hacemos con ellos presentes.

La hora de comer

Se hace especialmente relevante el momento de comer y cenar en familia para la prevención de los TCA. Que las ingestas principales del día sean en familia aporta una regularidad que se ha visto asociada con la mejora de hábitos de nutrición en niños y jóvenes.

La hora de comer es el momento principal para ejercer como modelos de conducta. Algunas recomendaciones generales:

-Mantener unos horarios estables en la medida de lo posible.

-Realizar comida equilibrada y para toda la familia (en la medida de lo posible).

Evitar dietas y planes alimentarios rígidos.

No prohibir ciertos alimentos o etiquetarlos como malos/buenos. 

-Es mejor no tener un alimento en casa que tenerlo y prohibir a los hijos su consumo.

-Fomentar el comer con conciencia, masticando bien la comida y preferiblemente sin muchas distracciones (televisión, móvil…). 

-Enseñar a tu hijo a tomar conciencia de las sensaciones de hambre y saciedad.

-No obligar a comer más cantidad de la que tienen hambre.

No utilizar la comida para premiar o castigar. Mejor reforzar pequeños avances como probar un nuevo alimento.

-Facilitar que la comida sea un espacio relajado y cómodo. Aprovechar para hablar y compartir en familia.

Mantenernos informados y formados en cuanto a alimentación y autocuidado. Las recomendaciones han cambiado mucho en los últimos años, y lo que se ha hecho siempre no tiene porqué ser lo mejor para nuestros hijos.

Actividades en el tiempo en familia

Programar actividades para hacer en familia, así como entre los miembros de la familia (padre-hija, madre-hijo, etc). Estas actividades pueden ser variadas y pactarse conjuntamente (o por turnos). Es recomendable realizar actividades al aire libre o que requieran movimiento:

Juegos de mesa, ver películas y series juntos, juegos de mímica o adivinanzas, deportes al aire libre, ir en bicicleta, excursiones a la montaña o a la playa, ir al parque, hacer la compra juntos, cuidar de la mascota o las plantas, hacer manualidades, cocinar recetas adaptadas a la edad…

Estar atentos a las señales

Si observas en tu hijo/a ciertas obsesiones con los alimentos o la imagen corporal habla con él/ella del tema, con cariño y curiosidad, sin acusaciones. Si percibes en tu hijo/a descontrol o atracones, que insiste en realizar dietas restrictivas o hace ejercicio físico muy intenso para modificar su imagen o su peso, pide ayuda a un profesional.

Bibliografía:

Castanyer, O. (2014) La asertividad, expresión de una sana autoestima. Desenclee de Brouwer 

Hay, P (2020) Current approach to eating disorders: a clinical update. Internal Medicine Journal 50 (2020) 24–29

López, G., Sánchez, D. (2010) Prevención de las alteraciones alimentarias : Fundamentos teóricos y recursos prácticos. Madrid, Piramide

Ogden, J. (2005) Psicología de la alimentación : comportamientos saludables y trastornos alimentarios. Madrid, Morata

Siegel, D.J., Payne, T. (2015) Disciplina sin lágrimas: Una guía imprescindible para orientar y alimentar el desarrollo mental de tu hijo. Ediciones B

Treasure, J., Smith, G., (2011) Trastornos De La Alimentación: Guía práctica para cuidar de un ser querido.  Desclée De Brouwer



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